Editoriales
  Un año alentador para Málaga

El año 1999 ha sido, con los matices lógicos que requieren estas afirmaciones, globalmente alentador para Málaga. El crecimiento económico probablemente no es ajeno a la sensación bastante generalizada de optimismo. Sin menoscabar las desalentadoras cifras de desempleo o los niveles aún modestos de renta per cápita, se observa un incremento de la confianza, manifestado en los registros de consumo. En este escenario, sin duda el sector de la construcción, vinculado a la locomotora del dinámico sector turístico con una gestión acertada cara al futuro (por fin la Ley del Turismo desarrollada por la Junta), aparece como un elemento fundamental. Esta sinergia se ha materializado en iniciativas como el Hipódromo de Mijas o el Parque Selwo de Estepona, así como en la apertura de instalaciones en la planta hotelera de alto nivel, signos de la evidente apuesta del sector privado cuyas orientaciones siempre son un termómetro fiable de esa confianza. En cualquier caso, parece claro que el aceptable entusiasmo en la población proviene de la impresión de que tanto la capital como la provincia asisten a un período de transformación que empieza a corregir deficiencias históricas y animan a creer en el afianzamiento de su competitividad. Proyectos como el Plan Especial del Puerto o el Museo Picasso, ambos de largo recorrido sin aplicación real este año, se inscriben en ese salto cualitativo donde cobran singular relieve las primeras licitaciones del AVE entre Málaga y Córdoba. Incluso el ascenso del Málaga C.F. a la primera división se integra en este marco de factores de autoestima, con una salida de la ciudad a la calle sin precedentes desde la etapa de la transición.

No hay duda de que se constatan insatisfacciones en el ámbito de las infraestructuras que justifican el sostenimiento firme de numerosas reclamaciones, pero asimismo se han producido progresos de inequívoca importancia como la apertura de un tramo de la autovía del litoral oriental o la autopista necesaria para desatascar las comunicaciones en la franja occidental abocada, en caso contrario, a un estrangulamiento ahora desplazado a la conexión con Cádiz. En Málaga capital, la inauguración del túnel entre la zona del Parque y la plaza de la Merced, con un retraso excesivo y una infrautilización sonrojante, o el Palacio de Deportes, en el que el paso del orgullo a la vergüenza tuvo un plazo de apenas dos semanas hasta su clausura por serios errores en la construcción, constituyen motivos de crítica inflexible pero a la vez revelan esa voluntad plausible de modernización. Tal vez en el terreno hidráulico y en el saneamiento del litoral se localicen las mayores marras y desprevenciones.

No obstante, el ámbito de la seguridad ciudadana constituye el vector más negativo en la evaluación del año, en primer lugar a la vista del balance del Plan 2000 sobre los delitos que más afectan a la vida diaria . Además, el asesinato de Rocío Wanninckhof, el atraco a gran escala en el aeropuerto y las perseverantes reapariciones del crimen organizado en la Costa del Sol son los episodios más relevantes de este problema. El año se inició, asimismo, con el ingreso en prisión y los problemas judiciales de Jesús Gil, alcalde de Marbella, cuyos aventurerismos se manifestaron ya significativamente en los resultados electorales y se prorrogan en la lesiva paralización del PGOU; y ha concluido con la detención e imputación de serios delitos contra Fernando Puche, presidente del Málaga C.F.

En la Cultura, eje sobre el que gira la apuesta de futuro de Málaga y de diversificación de la oferta turística, se observan signos de solvente dinamismo enriquecimiento de los espacios expositivos, como el Centro Cultural de la Diputación o el Museo Provincial, que han permitido un notable desarrollo de la programación fortaleciendo la agenda junto a eventos ya consolidados, a los que se está consiguiendo volver a sumar un Festival de Cine, estimulado este año con el reestreno de la película de Antonio Banderas y ello debe completarse con el Museo Picasso, cuyo calendario acumula ya un año de retraso, y el final de las obras en el conjunto Teatro Romano/Alcazaba, donde la administración regional tiene un punto negro. La reivindicación de la Aduana para uso museístico, de modo que se pueda rescatar del almacén el Museo de Bellas Artes y exhibir el Arqueológico, se mantiene como necesidad indesmayable para completar el 'valor fuerza' de la Cultura con la estructuración de un distrito de incontrovertible valor y atractivo en el centro histórico.

En el nivel autonómico la confrontación entre el gobierno regional y el central ha persistido, dejándose notar, con un efecto negativo para la comunidad, en el rechazo del presidente Aznar a recibir en audiencia a Manuel Chaves. La irrupción de Teófila Martínez como candidata del PP en las autonómicas de la próxima primavera ha sido otro hecho notable en la política andaluza, contaminada por ese clima de crispación, sin duda en irreversible aumento hasta la cita en las urnas como ya se ha puesto de relieve en el tramitación de la Ley de Cajas. El enconamiento del Partido Popular junto a las torpezas del PSOE en el planteamiento de las fusiones de las entidades han provocado que esta norma de gran trascendencia para el fortalecimiento del sector financiero andaluz haya tenido finalmente una formulación devaluada. Al socaire de la Ley de Cajas ha reaparecido el problema de los enfrentamientos provinciales, animado asimismo por el clima prelectoral que también se deja notar en las relaciones de las administraciones locales dirigidas por el Partido Popular, como Málaga, con la administración autonómica de signo contrario.

Luces y sombras, como cada año, definen el balance de un 1999 en el que, sin embargo, el observador probablemente puede ver la botella más llena que vacía. Al margen de las fatalidades y los errores, así como la irreal actitud de beligerancia en la actividad pública, el saldo es favorable al evaluar el catálogo de realizaciones y proyectos en marcha, generadores de ese clima de predominante optimismo ante la transformación de Málaga, con un horizonte de expectativas ciertamente alentador para que esta demarcación no sólo trate de seguir el ritmo de los polos más dinámicos sino de ponerse en situación de competir con ellos.


El año de la tregua

El año que concluye queda marcado por la tregua de ETA, declarada el 16 de septiembre de 1998 cuatro días después de la firma del pacto de Lizarra y mantenida hasta el 3 de diciembre de 1999. Entre ambas fechas, se ha desarrollado, con altibajos, el llamado 'proceso de paz', un angustioso trámite aún irresuelto que el nacionalismo democrático planteó, sobre las bases de aquel pacto, como una pista de aterrizaje en la que ETA y los nacionalistas radicales descendieran de la utopía violenta al debate político, y que en realidad podría estar siendo la pista de despegue desde la que PNV y EA se lanzarían a peligrosas aventuras sin futuro. Lizarra había de ser el resorte que activara las ansias ocultas de todo el pueblo vasco, masivamente deseoso de no sabe bien qué emancipación precipitada. El primer contraste de semejante iluminación tuvo lugar el 13 de junio, con las elecciones europeas, autonómicas, provinciales y locales. Pero en modo alguno se produjo aquella súbita conversión: en las municipales, los nacionalistas obtenían apenas el 53,8% de los votos, y perdían los ayuntamientos de Vitoria y San Sebastián. La diputación de Alava pasaba asimismo al PP.

El nacionalismo democrático ha permanecido durante todo el año en la ambigüedad: si se mostraba remiso a las pretensiones de los más extremados, el proceso de paz podía naufragar (como finalmente ha acabado ocurriendo); pero difícilmente podía mostrarse entusiasmado con unas solicitaciones que pretendían llevar al PNV y a EA a parajes del más trasnochado asamblearismo. Así, los nacionalistas democráticos han participado en la llamada Udalbiltza (asamblea de municipios vascos) pero dejando claro que aquella 'institución' no era más que una entelequia con resonancias étnicas y culturales, que en modo alguno podía convertirse en el 'germen de nada' (Arzalluz). En definitiva, el partido que ha ejercido el poder ininterrumpidamente durante veinte años en las instituciones vascas se ha visto compelido por los radicales a deslegitimar su propia obra, lo que le ha provocado una natural esquizofrenia. Y en éstas estamos todavía, tras la abrupta ruptura de relaciones entre PNV y el Gobierno central: ahora con el corazón en vilo, de nuevo con ETA dispuesta a matar como ha quedado demostrado tras la interceptación de un vehículo cargado con casi una tonelada de explosivos, que despeja cualquier duda sobre las intenciones últimas de la banda terrorista y con la presión exorbitante de las armas sobre el nacionalismo democrático, que sabe que la utopía de una Euskal Herria independiente es irrealizable.