El presidente Bill Clinton eludió con éxito el cerco al que fue sometido por los republicanos en el segundo juicio de destitución ('impeachment') de Estados Unidos, pero a costa de un gran desgaste político y personal.
El 'escándalo Lewinsky' puso en jaque su presidencia y con muchos apuros Clinton logró navegar con éxito por un mar de acusaciones de los republicanos claramente dispuestos a derribarle.
Bastaron sólo seis semanas para definir el juicio contra un presidente acusado de mentir y obstruir la justicia por ocultar los detalles de su 'relación impropia' con la becaria.
Los republicanos, no obstante no lograron la destitución de Clinton por perjurio y obstrucción de la justicia, al no obtener dos tercios de los votos del Senado (67 de 100).