Realidad nacional

Desde hace semanas andaba yo abstraído, absorto en mis pensamientos, mi espíritu inquieto, al borde de la ansiedad, la camisa no me llegaba al cuello. A veces se me disparaba el corazón, empezaba a sudar copiosamente de forma inesperada y cada vez con más frecuencia. No podía conciliar el sueño, y cuando lo conseguía, me desvelaba en mitad de la noche, nervioso y alterado.

Todo esto se estaba trasluciendo en un deterioro tanto físico como mental, que no pasó desapercibido para familiares y amigos, que con muy buena fe y mejor criterio me aconsejaron que visitara a un médico. Pero deseché la sugerencia, porque la solución a mis males no se hallaba en la medicina, sino en la política.

Mi problema era que padecía una crisis identitaria, desde que se empezaron a debatir las propuestas para las reformas del Estatuto de Andalucía.

Región, comunidad autónoma, nacionalidad histórica, nación, comunidad nacional, realidad histórica, comunidad regional, comunidad autónoma nacional, realidad nacional, unidad de destino en lo universal. Todas estas enunciaciones que pugnaban por formar parte del preámbulo para definirnos a los andaluces, hicieron que naufragara en un mar de confusión, y que cada día que pasara escuchando las enconadas discusiones sobre el tema que protagonizaban las preclaras mentes que rigen los destinos de nuestra tierra, me sintiera más liado. Pero, ¿ por fin! ¿ Ya puedo dormir tranquilo ¿He recobrado la serenidad y la paz interior!

Vuelvo a sonreír. Sé con certeza que lo que los andaluces somos es una 'realidad nacional', y esta misma certeza es la que me lleva a pensar que con esta mera definición seremos más felices, nuestros problemas se solucionarán y comeremos muchas perdices.