Aunque claven sus raíces en la tierra,
algunos olivos, como muchos peces, son
de agua salada. Incluso toleran el riego
con ella sin que su productividad se vea
afectada. Lo ha comprobado un grupo de
científicos del Departamento de
Agronomía de la Universidad de Córdoba (UCO)
que ha llegado a esta conclusión después
de nueve años de estudio.
En una nota, Andalucía Innova añade que,
según el informe, no existen diferencias
en cuanto al crecimiento, la producción,
el tamaño o la calidad del fruto entre
un olivo regado con agua no salina y
otro regado con agua salina. Es lo que
sostiene el responsable del proyecto,
Ricardo Fernández-Escobar, quien aclara
que las conclusiones se refieren a
clases de olivo tan frecuente como la
Picual.
El estudio amplía las posibilidades de
riego de los agricultores que se dedican
al olivo, ya que «las aguas salinas,
frecuentes en tierras de pocas lluvias,
en general, no son beneficiosas para los
cultivos ni aptas para el consumo
humano». Sin embargo, este grupo
científico ha descubierto que las
variedades más habituales en el cultivo,
sobre todo la Picual, toleran hasta seis
gramos y medio de sal por litro de agua.
Mejora el rendimiento
«Se ha demostrado claramente que el
riego mejora la producción», apostilla
Fernández-Escobar, señalando que
cualquier descubrimiento en este sentido
resulta «positivo, sobre todo en lugares
de poca agua donde hay que utilizar este
tipo de aguas». Además, el estudio
apunta a la tolerancia de los olivos al
cloruro, pero no así al sodio.
De este modo, para evitar el efecto
pernicioso del sodio sobre una
plantación de olivos «hay que añadir
calcio al agua de riego, ya que el
calcio retiene el sodio en las raíces
impidiendo que el sodio pase a la planta
aérea y evitando así su toxicidad»,
añadió el investigador.
El grupo de Fernández-Escobar también
lleva a cabo otras iniciativas para la
mejora de la nutrición global del olivo
y en este momento está realizando
ensayos desde Huelva a Jaén para
analizar directamente los aspectos
importantes de la nutrición del olivar
en las diferentes zonas, «como son la
deficiencia de potasio o el exceso de
nitrógeno, que se aplica por costumbre
pero genera muchos problemas ambientales
y de producción».
Así, el informe abre una nueva vía para
el riego de los olivares que, además,
puede ayudar en la lucha contra la
sequía.