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Gigantes de hielo con memoria

Expertos exponen en un foro internacional la necesidad de investigar a fondo los glaciares para conocer cómo será el clima del futuro

GUILLERMO PEDROSA

¿Es posible un mundo sin Polos, es decir, sin casquetes de hielo? Los glaciares del Ártico y de la Antártida juegan un papel clave en el clima de la Tierra. Ellos son los responsables de llevar el frío a través de los océanos hasta el Ecuador, permitiendo una temperatura estable que haga posible la vida en el planeta. Por eso, estas regiones se han convertido en observatorios estratégicos y naturales para estudiar la evolución del clima a lo largo de la historia.

Y por eso el Parque de las Ciencias de Granada acogió, durante la semana pasada, un simposio internacional organizado por el Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (de la Universidad de Granada) en el que más de 200 científicos han querido compartir sus investigaciones sobre la Antártida para, todos juntos y coordinados, extraer toda la información posible de estos gigantes de hielo.

La presidenta del comité organizador de este foro, Carlota Escutia, explica que los glaciares actúan como archivos climáticos y que encierran en su interior datos de cómo fueron las temperaturas atmosféricas hace miles de años. La experta detalla, en este sentido, que conocer el clima del pasado ayuda a investigar cómo puede ser en el futuro.


Una mirada al pasado

Así, una de las conclusiones del simposio es aprovechar las investigaciones que se realizan en el continente helado para mirar al pasado. En concreto, se han establecido tres períodos críticos, hace cuatro millones de años, hace quince millones de años y la transición del mundo sin casquetes de hielo al mundo con glaciares, hace unos 35 millones de años.

En este sentido, los investigadores intentarán reunir datos sobre estos periodos para conocer en profundidad las alteraciones que sufrió el clima en este tiempo ancestral.

Otra de las conclusiones a las que ha llegado este foro es la importancia de conocer el relieve sobre el que se asientan los glaciares. Y es que los espesos mantos de hielo antártico se apoyan sobre montañas y valles que pueden deslizarlos hacia el océano y conseguir así que se derritan con mayor rapidez.

Escutia destaca que aún no existe la tecnología que pueda perforar el hielo y llegar hasta este relieve sin alterarlo, pero gracias a técnicas geofísicas y de radar se puede tener una imagen aproximada de lo que se esconde bajo el glaciar. «Es necesaria una reconstrucción topográfica actual y del pasado para saber si los casquetes se han deslizado», subraya al respecto.

Por otro lado, este encuentro ha concluido con la promesa de investigar aquellas regiones de la Antártida más inexploradas por la ciencia. Mientras algunas zonas como la Península Antártica o el mar de Ross han sido estudiadas a fondo, otras como la Tierra de Wilkes o el mar de Amundsen aún no han sido muestreadas, dado que están muy alejadas de las bases científicas.

Óscar Romero, miembro del comité organizador del simposio, detalla que la celebración de ese tipo de foros es clave para que los investigadores coordinen sus trabajos y aúnen esfuerzos para conseguir datos que permitan, de un lado, indagar en la evolución del clima en el pasado y, de otro, especular con lo que podría ocurrir en el futuro.

En este sentido, Romero señala que es importante comparar la información climática que ha quedado registrada en los glaciares con el estudio de los sedimentos oceánicos que hay en los alrededores de la Antártida. Estos últimos, aunque no alcanzan el nivel de detalle que tiene el hielo, suelen conservar datos más antiguos.

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