¿Es posible un mundo sin Polos, es
decir, sin casquetes de hielo? Los
glaciares del Ártico y de la Antártida
juegan un papel clave en el clima de la
Tierra. Ellos son los responsables de
llevar el frío a través de los océanos
hasta el Ecuador, permitiendo una
temperatura estable que haga posible la
vida en el planeta. Por eso, estas
regiones se han convertido en
observatorios estratégicos y naturales
para estudiar la evolución del clima a
lo largo de la historia.
Y por eso el Parque de las Ciencias de
Granada acogió, durante la semana
pasada, un simposio internacional
organizado por el Instituto Andaluz de
Ciencias de la Tierra (de la Universidad
de Granada) en el que más de 200
científicos han querido compartir sus
investigaciones sobre la Antártida para,
todos juntos y coordinados, extraer toda
la información posible de estos gigantes
de hielo.
La presidenta del comité organizador de
este foro, Carlota Escutia, explica que
los glaciares actúan como archivos
climáticos y que encierran en su
interior datos de cómo fueron las
temperaturas atmosféricas hace miles de
años. La experta detalla, en este
sentido, que conocer el clima del pasado
ayuda a investigar cómo puede ser en el
futuro.
Una mirada al pasado
Así, una de las conclusiones del
simposio es aprovechar las
investigaciones que se realizan en el
continente helado para mirar al pasado.
En concreto, se han establecido tres
períodos críticos, hace cuatro millones
de años, hace quince millones de años y
la transición del mundo sin casquetes de
hielo al mundo con glaciares, hace unos
35 millones de años.
En este sentido, los investigadores
intentarán reunir datos sobre estos
periodos para conocer en profundidad las
alteraciones que sufrió el clima en este
tiempo ancestral.
Otra de las conclusiones a las que ha
llegado este foro es la importancia de
conocer el relieve sobre el que se
asientan los glaciares. Y es que los
espesos mantos de hielo antártico se
apoyan sobre montañas y valles que
pueden deslizarlos hacia el océano y
conseguir así que se derritan con mayor
rapidez.
Escutia destaca que aún no existe la
tecnología que pueda perforar el hielo y
llegar hasta este relieve sin alterarlo,
pero gracias a técnicas geofísicas y de
radar se puede tener una imagen
aproximada de lo que se esconde bajo el
glaciar. «Es necesaria una
reconstrucción topográfica actual y del
pasado para saber si los casquetes se
han deslizado», subraya al respecto.
Por otro lado, este encuentro ha
concluido con la promesa de investigar
aquellas regiones de la Antártida más
inexploradas por la ciencia. Mientras
algunas zonas como la Península
Antártica o el mar de Ross han sido
estudiadas a fondo, otras como la Tierra
de Wilkes o el mar de Amundsen aún no
han sido muestreadas, dado que están muy
alejadas de las bases científicas.
Óscar Romero, miembro del comité
organizador del simposio, detalla que la
celebración de ese tipo de foros es
clave para que los investigadores
coordinen sus trabajos y aúnen esfuerzos
para conseguir datos que permitan, de un
lado, indagar en la evolución del clima
en el pasado y, de otro, especular con
lo que podría ocurrir en el futuro.
En este sentido, Romero señala que es
importante comparar la información
climática que ha quedado registrada en
los glaciares con el estudio de los
sedimentos oceánicos que hay en los
alrededores de la Antártida. Estos
últimos, aunque no alcanzan el nivel de
detalle que tiene el hielo, suelen
conservar datos más antiguos.